betis_plaza_mayorA lo largo del día de ayer más de 60.000 aficionados del Real Betis apoyados por seguidores de otros equipos españoles se han manifestado en varias ciudades españolas en contra de un modelo de gestión del fútbol profesional que aliena a los fundadores de los clubes que no son otros que los aficionados. Este modelo, el de las sociedades anónimas deportivas, que considera los clubes como meras sociedades mercantiles y no como entidades sociales y comunitarias vertebradoras de la sociedad como siempre han sido, se ha mostrado totalmente ineficiente no sólo para representar la realidad social de los clubes, sino como solución a los problemas de gestión de los mismos, valga como dato demoledor el hecho de que desde 1992, año de la instauración en España de las SAD, la deuda de los clubes profesionales se ha multiplicado por casi quince.

Es de destacar el inmaculado civismo de los participantes en las manifestaciones y el acto de camaradería sin precedentes que ha supuesto el apoyo de aficionados de los distintos clubes a lo que inicial y principalmente ha sido un acto de reivindicación de la familia bética. Esta camaradería que subrayamos muestra el alto grado de consenso de los aficionados sobre lo pernicioso del modelo de sociedades anónimas en el fútbol.

Hoy en día, cuando los modernos modelos de gestión de las más grandes compañías dan una importancia creciente a la transparencia y la participación de todos los grupos afectados, ha quedado más que demostrado que un modelo que impide la participación del grupo afectado más numeroso e importante está abocado al fracaso. Y si esto es cierto para las más importantes empresas lo es aún más en los clubes de fútbol, cuya especificidad es más que evidente ya que su propia existencia no parte de la necesidad de provisión de un bien o servicio en el mercado -para lo que están diseñadas las empresas- sino del ánimo de una comunidad de sentimiento de competir limpiamente con otras en el más bello juego del mundo.

Los aficionados han hablado, ahora les toca a los políticos cambiar el marco jurídico del fútbol profesional y dar por zanjada la mala pesadilla que ha supuesto la implantación de las SAD en España y, de esa manera, devolver la democracia al fútbol.