FASFE – Accionistas y Socios del Fútbol Español acoge con una gran satisfacción la cancelación del proyecto de LaLiga de celebrar el partido Villarreal CF – FC Barcelona en Miami, que se corresponde con la voluntad y esfuerzo colectivo de las aficiones, a pesar de las regulaciones y leyes débiles que han posibilitado este nuevo intento de deslocalización de nuestro fútbol.
Ya desde el 11 de agosto, cuando la RFEF aprobó tramitar los permisos necesarios para la celebración de ese partido, desde FASFE hemos trabajado para que este no se produzca, apelando a las autoridades futbolísticas y políticas españolas y europeas y aunando la solidaridad de las aficiones españolas e internacionales a través de nuestra red Football Supporters Europe, y nuestras organizaciones hermanas Independent Supporters Council y Football Supporters Australia. También hemos colaborado con otros grupos implicados como futbolistas y clubes que han mantenido una postura coherente con nuestros objetivos y a quienes estamos muy agradecidos por su trabajo para evitar este plan demente.

Nuestra postura es la misma desde que en 2018 LaLiga comenzara a pergeñar proyectos de deslocalización de su competición y la RFEF hiciera lo propio con la Supercopa y no es otra que la defensa del carácter social y cultural de nuestro deporte y, por consiguiente, su vínculo territorial y comunitario. Ya en 2022 propusimos a las fuerzas parlamentarias que la Ley del Deporte hoy vigente y entonces en tramitación incluyera un artículo que expresamente obligara a que las competiciones españolas se celebraran en España. Lamentablemente, nuestra propuesta fue rechazada por el Parlamento, de haberse aprobado, a día de hoy no estaríamos expuestos a este tipo de proyectos que buscan desterritorializar nuestros clubes, arrancarlos de las comunidades de aficionados que los fundamos y hemos hecho de ellos lo que son, y de los territorios que les dan nombre y razón de ser.
Pero si algo nos ha demostrado todo lo padecido estos dos meses de locura, es que este y otros proyectos que buscan romper los vínculos comunitarios del fútbol deben dejar de suponer una amenaza para nuestro deporte. La forma de que esto suceda es cambiando el modelo de gobierno autocrático que padecemos por uno democrático e inclusivo que tenga en cuenta a todos los grupos implicados, incluida la afición que ha demostrado ser un actor maduro, sólido y fiable. A este objetivo seguiremos dedicando nuestros esfuerzos. Hoy más que nunca demandamos de nuestros políticos y de los órganos de gobierno del fútbol avanzar en la democratización de nuestro deporte, solo así lograremos un fútbol cuyos valores sociales y culturales no se vean amenazados por la mercantilización extrema.